Hola a tod@s. Yo soy Iván, soy un cántabro de 37 años que hace aproximadamente un mes se ha sometido a una cirugía de bypass gástrico.
Antes de nada quiero aclarar que en este blog (el primero que hago) no tiene como intención animar o desanimar a nadie a que se opere si tiene un problema de obesidad como tengo yo. Simplemente quiero dar mi visión, ya que mientras esperaba para operarme leí varios blogs sobre el tema y me ayudó mucho. Así que mi única intención es contar mi experiencia. Entrar en un quirófano era algo que nunca había hecho y es una decisión que debe ser muy meditada y no debe tomarse a la ligera.
Mi historia es la misma de much@s, crecí en una familia de clase trabajadora, nunca nos faltó de nada pero tampoco había excesos. Siempre fui un niño que comía muy bien, el típico que otras madres envidiaban, si alguno de los suyos era remolón a la hora de comer. A pesar de que comía bien no era un niño con problemas de sobrepeso, estaba fuerte pero no gordo. Quizás la energía infantil y esa despreocupación que te atemoriza de mayor cuando te das cuenta que algo tiene demasiadas calorías y a la que no prestas atención cuando eres pequeño, hacía que no cogiera demasiado peso.
Con 18 años me voy a hacer el servicio militar. Sí, yo soy de esos tontos que todavía hizo la mili. En un permiso, jugando al baloncesto con unos amigos me destrocé el tobillo. Le pedí a un doctor de la base militar donde estaba si podía pasar la convalecencia en casa. Contra todo pronóstico me lo concedió, y me pasé más de dos meses en mi casa, con el tobillo en alto y sin hacer otra cosa que comer, beber (refrescos azucarados y cervezas la mayor parte) y ver la tele o jugar a la video consola.
El resultado fue que cogí alrededor de 8 kilos y me acerqué peligrosamente a los 100. En ese periodo también sufrí una ruptura sentimental que me hizo un daño brutal. Volví al cuartel a los dos meses medio cojo, deprimido y con ninguna gana de hacer nada. Excepto salir con los compañeros por la noche a ingerir litros y litros de kalimotxo.
Acabé la mili y ya estaba en 101-102, y decidí hacer algo por mí. Mi primera dieta. Fui a un dietista y me dijo lo típico: Hacer ejercicio, comer verduras, ensaladas y pescado a la plancha. La dieta era muy estricta y como buena dieta la seguí un tiempo. Adelgacé 5-6 kilos y pasé de ella. Así que el siguiente record fue ya 105 kilos.
Y así pasaron los años, entre dietas de todo tipo, bajando muchos kilos y recuperándolos con recargo (el maldito efecto rebote).
Saltamos en el tiempo para simplificar. Mi mujer es enfermera y trabaja en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander. Conoce a una endocrina allí, le habla de mí y me dan una cita. Empiezo a verla en otoño de 2014.
A todo esto estoy en la escalofriante cifra de 135 kilos, da vergüenza decirlo, pero esa era la dura realidad. No son ya sólo los kilos, con lo que ellos afectan a tu comodidad, psicología o estética. Ya tenía problemas de tensión alta, el colesterol también estaba alto y hacía un año que me diagnosticaron apneas severas del sueño, y dormía con una máquina para poder descansar como es debido. Además de una hernia de hiato, por la que llevaba años tomando protectores gástricos.
La Cepap que así se llama la máquina me devolvió la calidad de vida. Fue un antes y un después. Pero también me dio por pensar lo bien que estaría poder descansar, y digo descansar porque siempre duermo bien, pero con las apneas no descansaba. Lo bien que estaría poder descansar por mi mismo. ¿Y como se consigue eso? Pues como siempre, perdiendo peso.
La endocrina me deriva a una enfermera especializada en nutrición. Cuando estoy allí me pesa y estoy en 137, me quedo a cuadros y le digo: "Esto es casi al nivel de los que operan". Me mira y me dice: "Ese nivel lo has superado hace tiempo". Entonces me dice que si había pensado en la operación, yo le respondo que era una forma de hablar, pero ella me informa de como lo hacen, que hay un técnica que se llama gastrectomía tubular, que va muy bien y que como lo realizan por laparoscopia, es muy poco invasivo.
Me voy pensativo y le comento el tema a mi mujer, ella como profesional de la sanidad, estaba muy preocupada por mi salud, y me dice que ya lo había pensado pero no quería comentarme nada, porque pensaba que tenía que ser algo que yo tuviera muy claro.
Total que empiezo a informarme de como es el asunto, mi mujer pregunta a sus colegas de la planta donde tratan a la gente que operan por temas de obesidad, y le cuentan lo que me había dicho la dietista, que este tipo de operaciones ya no son tan duras como eran hace unos años. Total que lo pienso y al final me decido por la operación.
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