miércoles, 1 de julio de 2015

El proceso previo. Las pruebas.

Lo primero fue ir a conocer al cirujano que me iba a operar: El Doctor López Useros. Este cirujano goza de un gran prestigio y desde el primer momento me dijo como iba a ser todo, lo bueno y lo malo. Me habló con claridad y lo entendí todo. además de la tranquilidad que me dio.

Me hicieron varias pruebas durante unos meses, puede que haya olvidado alguna, si es así pido perdón.


  • Psicólogo: Una hora hablando con él, esta operación es algo serio y que no debe ser tomada a la ligera. Me preguntó muchas cosas durante casi una hora. Lo debí hacer bien...
  • Ecografía abdominal: De las mejores pruebas, un poco de gel en la tripa y salvo un poco de hígado graso, todo en orden.
  • Tránsito intestinal: Te dan a beber una papilla que parece yeso y mientras tragas te van haciendo radiografías para ver como está el esófago, estómago e intestino delgado. Lo peor, la papilla no sabe mal, pero deja un malestar en el estómago hasta que no lo eliminas mediante las heces.
  • Ecocardiograma: Pues no es más que una ecografía del corazón. otro poco de gel por el pecho y a volar.
  • Espirometría: Hay que soplar todo lo que puedas por un tubo.
  • Endoscopia digestiva o Gastroscopia: Es la prueba más molesta, aunque luego os hablaré de otra muy molesta pero que no le piden a todo el mundo. La endoscopia, no es más que un tubo que te introducen por la boca y te miran el esófago, estómago y duodeno. Lo peor son las arcadas que te dan y que son imposibles de controlar, además de la sensación de que te vas a ahogar. si consigues relajarte y respirar se hace más corto.
  • PH Metría: Esta es la otra prueba molesta. No se la hacen a todos, pero como yo tengo una hernia de hiato, pues el cirujano la pidió porque había que valorar cual era el nivel de acidez de mi estómago. Ya que si era muy alto no podría hacerme la operación de gastrectomía tubular, que era la que me había propuesto. La prueba consiste en poner una sonda desde la nariz al estómago. Otra vez las nauseas de meter algo por la garganta, y encima llevarlo puesto 24 horas. Además llevaría durante ese tiempo una máquina pequeña donde apretaba un botón cada vez que comiera o tuviera algún tipo de reflujo. Fue bastante molesto, encima me quitaron el protector gástrico una semana antes y tenía una acidez exagerada.
Una vez terminadas las pruebas, pedí cita con el cirujano. Cuando le visité me comentó que la PH Metría había revelado que mi acidez en el estómago era tres veces más alta de lo normal, y que en esas condiciones la gastrectomía tubular era inviable, porque si me lo hacía me abrasarían mis propios ácidos.
Me comentó la alternativa, el bypass gástrico. Ya lo había comentado la primera vez, pero él era más proclive por la tubular. Cuelgo una ilustración de esta técnica.


Y ahora de un bypass gástrico.


La desventaja del bypass es que no se toleran demasiado bien algunos alimentos con alto contenido en azucar como los dulces, y una mala absorción de vitaminas. Por lo cual hay que tomar polivitamínicos, todos los días para el resto de la vida. Tampoco me pareció algo tan grave y como no podía elegir entre una y otra, y teniendo en cuenta que el resultado de pérdida de peso es similar, acepté y dejé de leer cosas sobre la tubular y me centré en el bypass gástrico :p


Me presento

Hola a tod@s. Yo soy Iván, soy un cántabro de 37 años que hace aproximadamente un mes se ha sometido a una cirugía de bypass gástrico.
Antes de nada quiero aclarar que en este blog (el primero que hago) no tiene como intención animar o desanimar a nadie a que se opere si tiene un problema de obesidad como tengo yo. Simplemente quiero dar mi visión, ya que mientras esperaba para operarme leí varios blogs sobre el tema y me ayudó mucho. Así que mi única intención es contar mi experiencia. Entrar en un quirófano era algo que nunca había hecho y es una decisión que debe ser muy meditada y no debe tomarse a la ligera.

Mi historia es la misma de much@s, crecí en una familia de clase trabajadora, nunca nos faltó de nada pero tampoco había excesos. Siempre fui un niño que comía muy bien, el típico que otras madres envidiaban, si alguno de los suyos era remolón a la hora de comer. A pesar de que comía bien no era un niño con problemas de sobrepeso, estaba fuerte pero no gordo. Quizás la energía infantil y esa despreocupación que te atemoriza de mayor cuando te das cuenta que algo tiene demasiadas calorías y a la que no prestas atención cuando eres pequeño, hacía que no cogiera demasiado peso.

Con 18 años me voy a hacer el servicio militar. Sí, yo soy de esos tontos que todavía hizo la mili. En un permiso, jugando al baloncesto con unos amigos me destrocé el tobillo. Le pedí a un doctor de la base militar donde estaba si podía pasar la convalecencia en casa. Contra todo pronóstico me lo concedió, y me pasé más de dos meses en mi casa, con el tobillo en alto y sin hacer otra cosa que comer, beber (refrescos azucarados y cervezas la mayor parte) y ver la tele o jugar a la video consola.

El resultado fue que cogí alrededor de 8 kilos y me acerqué peligrosamente a los 100. En ese periodo también sufrí una ruptura sentimental que me hizo un daño brutal. Volví al cuartel a los dos meses medio cojo, deprimido y con ninguna gana de hacer nada. Excepto salir con los compañeros por la noche a ingerir litros y litros de kalimotxo.

Acabé la mili y ya estaba en 101-102, y decidí hacer algo por mí. Mi primera dieta. Fui a un dietista y me dijo lo típico: Hacer ejercicio, comer verduras, ensaladas y pescado a la plancha. La dieta era muy estricta y como buena dieta la seguí un tiempo. Adelgacé 5-6 kilos y pasé de ella. Así que el siguiente record fue ya 105 kilos.

Y así pasaron los años, entre dietas de todo tipo, bajando muchos kilos y recuperándolos con recargo (el maldito efecto rebote).

Saltamos en el tiempo para simplificar. Mi mujer es enfermera y trabaja en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander. Conoce a una endocrina allí, le habla de mí y me dan una cita. Empiezo a verla en otoño de 2014.
A todo esto estoy en la escalofriante cifra de 135 kilos, da vergüenza decirlo, pero esa era la dura realidad. No son ya sólo los kilos, con lo que ellos afectan a tu comodidad, psicología o estética. Ya tenía problemas de tensión alta, el colesterol también estaba alto y hacía un año que me diagnosticaron apneas severas del sueño, y dormía con una máquina para poder descansar como es debido. Además de una hernia de hiato, por la que llevaba años tomando protectores gástricos.

 La Cepap que así se llama la máquina me devolvió la calidad de vida. Fue un antes y un después. Pero también me dio por pensar lo bien que estaría poder descansar, y digo descansar porque siempre duermo bien, pero con las apneas no descansaba. Lo bien que estaría poder descansar por mi mismo. ¿Y como se consigue eso? Pues como siempre, perdiendo peso.

La endocrina me deriva a una enfermera especializada en nutrición. Cuando estoy allí me pesa y estoy en 137, me quedo a cuadros y le digo: "Esto es casi al nivel de los que operan". Me mira y me dice: "Ese nivel lo has superado hace tiempo". Entonces me dice que si había pensado en la operación, yo le respondo que era una forma de hablar, pero ella me informa de como lo hacen, que hay un técnica que se llama gastrectomía tubular, que va muy bien y que como lo realizan por laparoscopia, es muy poco invasivo.
Me voy pensativo y le comento el tema a mi mujer, ella como profesional de la sanidad, estaba muy preocupada por mi salud, y me dice que ya lo había pensado pero no quería comentarme nada, porque pensaba que tenía que ser algo que yo tuviera muy claro.

Total que empiezo a informarme de como es el asunto, mi mujer pregunta a sus colegas de la planta donde tratan a la gente que operan por temas de obesidad, y le cuentan lo que me había dicho la dietista, que este tipo de operaciones ya no son tan duras como eran hace unos años. Total que lo pienso y al final me decido por la operación.